Traducción del árabe: MARÍA LUISA PRIETO
LAVAR LA DESHONRA
¡Mamá! Un estertor, lágrimas, negrura.
La sangre fluye, el cuerpo apuñalado tiembla,
El pelo ondulado se ensucia de barro.
¡Mamá! Sólo se oye al verdugo.
Mañana vendrá la aurora,
Las rosas se despertarán
A la llamada de los veinte años
Y la esperanza fascinada.
Las flores de los prados responden:
Se ha marchado... a lavar la deshonra.
El brutal verdugo regresa y dice a la gente:
¿La deshonra? -limpia su puñal-
Hemos despedazado la deshonra.
De nuevo somos virtuosos, de buena fama, dignos.
¡Tabernero! ¿Dónde están el vino y los vasos?
Llama a esa indolente belleza de aliento perfumado
Por cuyos ojos daría Corán y destino.
Llena tu vaso, carnicero,
La muerte ha lavado la deshonra.
Al alba, las chicas preguntarán por ella:
¿Dónde está? La bestia responderá:
la hemos matado. Llevaba en la frente
el estigma de la deshonra
y lo hemos lavado.
Los vecinos contarán su funesta historia
Y hasta las palmeras la difundirán por el barrio,
Y las puertas de madera, que no la olvidarán.
Las piedras susurrarán:
"Lavar la deshonra"
"Lavar la deshonra"
Vecinas del barrio, chicas del pueblo,
Amasaremos el pan con nuestras lágrimas,
Nos cortaremos las trenzas,
Nos decoloraremos las manos
Para que sus ropas permanezcan blancas y puras.
No sonreiremos ni nos alegraremos ni nos giraremos
Porque el puñal, en la mano de nuestro padre
O de nuestro hermano, nos vigila
Y mañana, ¿quién sabe en qué desierto
Nos enterrarán para lavar la deshonra?
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MAÏS
Traducción del árabe: MANUEL JIMÉNEZ LUCENA
ELEGÍA DE UNA MUJER SIN VALOR
Imágenes de un callejón de Bagdad
Partió sin que palideciera ninguna mejilla ni temblara ningún labio
las puertas no oyeron la historia que contaron de su muerte
no se levantó la cortina de una ventana ni se derramó la tristeza
las miradas fijas vieron desaparecer el ataúd
sólo los restos de un esqueleto hizo temblar su memoria
una noticia errante en las callejuelas sin hallar morada
se refugió en el olvido de algún agujero
y la luna lloró su pena.
La noche indiferente se recogió, la mañana
trajo la luz, la voz de la vendedora de leche, el ayuno
el maullido de un famélico gato hambriento
y la discusión de los vendedores; con la amargura,
con la cloaca de agua sucia por la calle, con los olores,
fue abandonada de las puertas de las azoteas, sin amigos,
casi en un profundo olvido.
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