HAY BELLEZA
La devota,
exhausta por sujetar
la vida entera
y el viejo espíritu
de una humilde cocina
mal ventilada,
se obstina
en seguir el vuelo de una mosca,
que con rigor solemne,
decide probar
el único sabor a rezo de su vida:
dos gotas de sudor.
A sus espaldas y diciendo adiós,
una vajilla traída de muy lejos
que ya lo dio todo,
resbala
con tal estruendo
y arte…
Que ella y la mosca,
la mosca y ella vestidas
de negro encaje,
se miran y piensan:
¿Veis?
Hay belleza en todas partes.
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MIL AÑOS MÁS
Los árboles se llaman
unos a otros,
amigos eternos
mirando la belleza
que los eleva,
tal como era al principio.
De pronto,
sacuden todas sus ramas
llenas de oscuridad
y pequeñas cabezas de pájaros,
sin darse importancia,
ofrecen un emotivo recital
al noble silencio,
que asiste con su mejor traje
y ante la pequeña delicia
calla,
mil años más.
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