ALGA Revista de Literatura
nº81 - otoño 2019




Dirección:
  • Goya Gutiérrez

    Edición:
  • Grupo de Poesía ALGA

    Responsables de la edición del presente número:
  • Goya Gutiérrez
  • Enric Velo

    Maquetación, composición y diseño web:
  • Enric Velo


  • Portada:
      Marga Gil Roësset 1930


    Sumario
    http://revistaliterariaalga.com/

    Poesía

    JOSÉ CARLOS CATAÑO

    JOSÉ CARLOS CATAÑO, La Laguna, Tenerife, 30.8.1954 - Barcelona 9.8.2019. Estudió Bellas Artes en Tenerife y se licenció en Filología Románica en la Universidad de Barcelona en 1977. En 1974 obtuvo el Premio de Edición Benito Pérez Armas de Novela con El exterminio de la luz, aunque es conocido sobre todo por su obra poética entre los que destaca Disparos en el paraíso o El cónsul del mar del Norte. Ha colaborado con textos de creación y teoría de las artes en publicaciones internacionales como Fisura (Nueva York), Fractal (México), Letras Libres (México), Noaj (Jerusalén) y Vuelta (México). Reside en Barcelona. Traductor de la poesía catalana contemporánea (Vicenç Altaió, Arnau Pons, Albert Roig, Víctor Sunyol, Andreu Vidal), ha comisariado también exposiciones de artes plásticas como Trilateral (Frederic Amat, Carlos Pazos y Jaume Plensa) y Travesías (Yamandú Canosa, Leopoldo Emperador y Francesca Llopis). Menos conocida era su faceta como dibujante con exposiciones individuales en Barcelona, Las Palmas de Gran Canaria y Santa Cruz de Tenerife. Ha ofrecido conferencias y lecturas poéticas en Siracusa (Sicilia), Jerusalén, Montevideo, Museo de la Casa del Poeta Ramón López Velarde de México, D. F., VI Festival Internacional de Poesía de El Salvador, Lyon (Francia), Internacional Festival of Poetry Smederevo's Poet Autumn (Serbia), Ex Border Festa della Cultura, Gorizia (Friul). En enero de 2009 fue elegido miembro honorario de la Academia Canaria de la Lengua. En la pasada primavera de 2019 presentó en Barcelona su Obra poética (1975-2007) editada por la Editorial Pre-textos.

    In memoriam

    El manantial golpea contra el agua.
    La caída toca en la puerta de las azucenas-
    Antes de penetrar el patio tenebroso.
    Frías son las losas y los cuerpos maltratados.
    Ven, mía, fuente del fin.
    Rojo tiñe al banco que convoca
    El trueno en las aguas del estanque.
    Un solo cuerpo que acerca las escamas,
    Un solo cuerpo en el agua bajo el agua,
    La mancha de la sangre crispada entre los lotos.

    CONCÉDENOS, OH SEÑOR

    I

    Concédenos, oh señor, la medida de nuestro infierno
    O si no, una lucidez para vivir tranquilos,
    No esta desazón de la barca sin mar
    Ni puerto que la ampare-
    Que el amor también ha muerto.
    Haz de nosotros
    Tu pasto de sabiduría. Sángranos hasta amasar
    La alegría de la sangre con lo que del dolor nos queda.
    Configura nuestro cuerpo único
    A la medida de nuestra muerte única.

    De libro Disparos en el paraíso,
    Ediciones del Mall (Barcelona, 1982)


    José Carlos Cataño (2014), fotografiado por

    CARMINA DE LUNA BRIGNARDELLI


    ACÓGEME, hazme cuna en los oleajes,

    A fin de que te impreque
    Y alabe,

    Cuando ebria la marea
    Duerma a las sanguinarias flores
    Del fondo.

    Mi palabra halla primogenitura
    En tu descanso,

    Hasta que tus dientes, oh voluptuosos,
    Me cieguen para siempre.

    LIGERO como el canto que no acaba
    Se ondula tu recuerdo en el verbero.
    Regresa y es el mismo.
    Despierto y no es un sueño,
    A tu vuelta inocente encadenado.
    La voz no sabe lo que canta.
    Tallas mi vida y no lo advierto.
    Hablo,
    Y siempre ignoro de quien hablo.

    Del libro Muerte sin ahí,
    Ediciones del Mall (Barcelona, 1986)


    EN ZANZÍBAR NO HAY TRABAJO

    CARECE de importancia cómo dicen que me llamo.

    Carece de importancia la reputación que me sostiene. El
    primer cuerpo con que tropiece será el primero y el más
    hermoso, si no quiero morir bajo un montón de lealtades.

    El auténtico perdedor debe de ser un ganador nato, pues
    sólo así se entiende la insistencia, la meticulosidad que
    pone en la derrota.

    Nada, nada es en vano. Todos cumplen con su deber, to-
    dos tienen razón. Soy lo que me he dejado hacer y valgo
    lo que la longitud de un sable.

    Después de todo, la vida es un puente hacia la verdad,
    cuyo peso se enamora del abismo.

    FUISTEIS BUENOS CONMIGO

    ODIA con todo el rencor, con todo el resentimiento que
    aún llevas en las entrañas. Y no temas, porque hasta la
    crueldad más abyecta revienta por sí sola como baya madura.

    Odia, no por cada golpe recibido -eso es lo más fácil-,
    sino por aquello que ya nunca recordarás. Que lo único
    que podrá iluminar tu vida será el odio.

    Y por innobles que hayan sido tus actos, no olvides dar las
    gracias a todos y por todo cuando llegues al fin.

    Del libro El cónsul del mar del Norte,
    Editorial Pre-textos, (Valencia, 1990)


    VENDRÁ OTRO AZUL

    VENDRÁ otro azul, el deseado,
    Silenciando la marea de los muertos
    Aurada por los faros
    Distantes,
    Alzada sobre el fragor de la tierra
    Rendida en los márgenes.

    Bastará esa luz
    Perdida que dejo atrás.

    Vendrá otro azul y no habrá sombra,
    No habrá nombre.

    Otro aire, radiante.

    Azul de sangre serenada,
    Azul de pulso que se templa
    Y del ánima al contemplar
    Del fango elevado dominio.
    Azul del cielo el decir,
    Azul en la vena de lo negro,
    Aura de la carne a punto de romper,
    Tersura de la noche o de la mina.

    Del libro A las islas vacías,
    Ave del Paraíso ediciones, (Madrid, 1997)

    VERANO de una tarde entre las zanjas sin fin,
    Adormidera todo el cielo, serenidad,
    Al margen de pozos inmundos.

    El rostro entre la yesca,
    El fango en todo el cuerpo.
    Un olor acre al fondo de los ojos.
    Noche, bogando desde barlovento,
    Láminas escurridas, si calmaras
    Este cielo que arde así de inmenso en mi garganta.

    Del libro En Tregua,
    Plaza & Janés (Barcelona, 2001)


    RUMOR FINAL

    Y cuando cierres los ojos y sientas
    El sordo rumor del mundo que sigue
    Por la débil memoria de los otros,
    La raíz del estruendo en las entrañas,
    Y pasee por ellas la luz que ya no sientes.
    Alguien te nombrará en los labios:
    Tú fuiste la deshabitada sangre.

    Del libro Lugares que fueron tu rostro,
    Bruguera (Barcelona, 2008)


    HAY que partir hacia otro lado.
    No sirve quedarse mirando
    Las cuevas excavadas
    En los eriales.
    Mira el halo de luz,
    La maresía de las olas
    Al romper con la nada de costumbre.
    Hay que cambiar de ángulo de visión,
    Con los ojos sedientos.
    Las cuevas saqueadas, los nichos
    En los barrancos,
    Tras el paso de las altas mareas.
    Una furia sostiene el horizonte
    Que aguarda tu respiro.

    LLUEVE, dios, como tú sabes para borrar todos los rastros y abandonarnos en la niebla.
    Así dejados nos llevas también las gotas que traga la tierra, mientras las gaviotas huyen de la costa y caen
    hambrientas en los patios de luces, y son feroces sus gritos.

    Niebla y viento, el mundo rueda con aspas de matanzas y olvidos.

    Otra vez septiembre, otra vez la herida.
    Y otra costa todavía más lejana
    Y esta otra vida que se disuelve sobre aquella otra que ya no existe.
    Ya no hay adioses. Ya no hay bienvenida.
    Llovemos, y nos lleva la niebla.

    De la revista electrónica La Libélula Vaga, 16.3.2019

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