ALGA Revista de Literatura
nº79 - otoño 2018




Dirección:

  • Goya Gutiérrez

    Edición:
  • Grupo de Poesía ALGA

    Responsables de la edición del presente número:
  • Goya Gutiérrez
  • Enric Velo

    Maquetación, composición y diseño web:
  • Enric Velo


  • Portada:
      Foto de la Galería Naturaleza
      de Juan González Diz

    Sumario
    http://revistaliterariaalga.com/

    Lecturas. Textos comentados

    ISABEL MERCADÉ

    ISABEL MERCADÉ es Licenciada en Filología y DEA en Teoría de la literatura. Trabaja como profesora y colabora como crítica literaria en diversos medios, entre ellos Quimera, Shangrila Textos Aparte o Espéculo. Es autora del guión y adaptación del montaje teatral "Va de dones" estrenado en el SAT Teatre de Barcelona. En 2013 apareció su plaquette "Amapolas en octubre", publicada por CafècentralPoesia y en 2015 su libro de poemas "Dónde o sobre grutas y arena" en Poetikas de Parnass Ediciones. Actualmente está empeñada en terminar un ensayo sobre Clarice Lispector. Algunos de sus artículos pueden encontrarse en el blog lispectortesis.blogspot.com.es/



    Y a pesar de la niebla
    de Goya Gutiérrez
    In-Verso ediciones
    Barcelona, 2018
    Poesía.

    Con frecuencia se encuentran reseñas que comienzan con la fórmula: "Obra de madurez…" y cuya lectura te anima a seguir con la esperanza de descubrir de qué madurez se trata. ¿Se refiere a la edad del autor? ¿Se refiere a la calidad de la obra? ¿Se refiere al número de libros publicados? También con frecuencia la esperanza se ve defraudada. Está claro que el autor de la reseña ha buscado salir del paso, no comprometerse con el libro y recurrir a un tópico que al final no significa nada.
    No es el caso de "Y a pesar de la niebla" de Goya Gutiérrez que merece, por muchos motivos, que se encabece con ese tópico que, aquí, deja de serlo: "Obra de madurez". Y ya dicho, ¿de qué madurez se trata? Consulto el María Moliner (obra, por cierto, de madurez por excelencia): "ya en el estado o sazón debida para ser recolectado o comerlo".
    Hay libros que se atragantan, que su lectura se ve interrumpida por los constantes atascos del poema en el que se amontonan palabras e imágenes, con la intención, muy común en los primerizos (aunque hay primerizos eternos, que se repiten una y otra vez) de decirlo todo y decirlo con no importa qué cliché.
    Hay otros libros, en cambio, en los que es frecuente que el lector se detenga para paladear lentamente unas palabras, un verso, una imagen que, de tan maduros, de tan precisos, con tanta belleza, se resisten a ser deglutidos rápidamente. Así es este libro de de Goya Gutiérrez. La poeta, una mujer con el alma madura, con el alma formada en el sentido que le da Clarice Lispector: "aquellas que saben que el acercamiento, a lo que quiera que sea, se hace de modo gradual y penoso, atravesando incluso lo contrario de aquello a lo que uno se aproxima" y, por lo tanto, sabia, se pasea como una "flâneuse" mirando el mundo, las cosas y a las personas e intentando decirnos su mirada con los ojos limpios, "a pesar de la niebla", intentando mostrar en la forma de las cosas, y, sobre todo, en el rostro, en el gesto del otro, el yo sagrado que camina a tientas buscando la belleza y la redención, pero esa belleza y esa redención, lo sabe ella, se alcanzan de modo gradual y penoso, tal como apunta al principio del libro en su invocación a Rilke: "Lo bello es ese comienzo de lo terrible/que los humanos podemos todavía soportar."
    Goya Gutiérrez lo ha logrado. Ha logrado ese acercamiento esquivándolo, sin nombrarlo directamente, creando unas imágenes y una cadencia que nos lleva a la niebla y al caminar a tientas y, a pesar de ello, seguir creyendo que vale la pena. Una mujer madura ha decidido que, tal como reza la alusión a Alejandra Pizarnik que inicia la última parte del libro, "ella canta".
    Releo estos poemas y vuelve el escalofrío, ese escalofrío del comienzo de lo terrible que ha logrado con esta obra Goya Gutiérrez. Y nos lo muestra con imágenes que hilvana lentamente, con serenidad y distancia, pero también con pasión y amor. Y ese seguir caminando, seguir mirando, seguir cantando "a pesar de", incluye lo íntimo, pero también lo social. Goya se acerca al Otro con mayúscula, ese Otro de Sartre y Lévinas, ese otro que nos rodea y en cuya imagen se puede percibir desde el infierno al infinito del rostro de Dios, y también a ese Otro de Lacan que nos habita y se muestra inesperadamente al cruzar una calle o ante un músico callejero:

    CAMINO, pienso en la poesía, en su dimensión, en la necesidad
    de atrapar la imagen que ha nacido en el sueño de esta noche,
    me ha caído una gota de lluvia en el rostro,
    quisiera retenerla, pero pronto se escapa de cualquier posible eternidad,
    piso la tierra y ese olor a hoja verde y a jazmín se encarna en mi memoria,
    vuelvo a la imagen primera, intento fusionarlas, enderezar un verso e inscribirlo,
    y de pronto tropiezo con las notas de un hombre que en la calle toca el violín,
    vuela su música, penetra en mis oídos, se desvanece en la humedad del día
    por muy pocas monedas.

    Goya Gutiérrez no solo mira. La autora siente, siente el dolor íntimo, pero también el dolor del Otro y, sobre todo, es capaz de transmitirlo con unos poemas hipnóticos, donde no hay ninguna palabra de más ni de menos, una sílaba de más ni de menos, donde el verso fluye y te envuelve y te consuela, como un vendaje limpio y fresco en la herida que cada uno de nosotros arrastra.
    Espero que este espléndido libro alcance a las almas formadas capaces de leerlo y apreciarlo. Y espero que "a pesar de la niebla" deje la huella que se merece.

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