ALGA Revista de Literatura
nº77 bis - otoño 2017




Dirección:

  • Goya Gutiérrez

    Edición:
  • Grupo de Poesía ALGA

    Responsables de la edición del presente número:
  • Goya Gutiérrez
  • Enric Velo

    Maquetación, composición y diseño web:
  • Enric Velo


  • Portada:
      Letras
      de Dante Bertini

    Sumario
    http://revistaliterariaalga.com/

    Lecturas. Textos comentados

    GOYA GUTIÉRREZ

    Es miembro del Grupo de Poesía ALGA y dirige la revista ALGA desde 2003.
    Ver http://goya-gutierrez-lanero.com/



    Quien dice sombra
    de Federico Gallego Ripoll
    Fundación Jorge Guillem
    Diputación de Valladolid, 2017
    poesía 70 páginas

    EL ÁRBOL DE LAS PALABRAS

    Federico Gallego Ripoll cursó estudios de turismo y teología. Integrante del grupo de poetas que editaron entre 1993 y 1996 los cuadernos de poesía "Bauma" y miembro fundador, junto a Jordi Villaronga, Concha García y Eduard Sanahuja del "Aula de Poesía de Barcelona."
    Reside desde 1995 en Palma de Mallorca. Ha publicado cerca de una veintena de libros y la mayoría de ellos acompañados de importantes premios: Poemas del Condottiero, Rialp, 1981; Libro de las metamorfosis, Biblioteca de Autores Manchegos (B.A.M.), 1985. Crimen pasional en la plaza roja (accésit del premio "Adonáis"), Rialp, 1986. Escrito en No (premio "Castilla-La Mancha"), Junta de Comunidades, 1986. Caín, Ed. Libertarias, 1990. Tarot, Ed. Libertarias, 1991. Tratado de Arquitectura, B.A.M., 1991. Ciudad con puerto (premio "Barcarola"), Albacete, 2001. La Sal (premio "Feria del Libro de Madrid"), Endymion, 2001. Para entrar en la nieve, El Brocense, 2002; Quién, la realidad (premio "Jaén"), Hiperión, 2002. La torre incierta (premio "San Juan de la Cruz"), Rialp, 2004. Mal de piedra, El Toro de Barro, 2005. Cantos prófugos (premio "Ciudad de Irún"), Fundación Kutxa, 2006. Los poetas invisibles (y otros poemas) (premio "Emilio Alarcos"), Visor, 2007. Dentro del día, acaso (premio "Ciudad de Badajoz"), Algaida, 2011 y Cuaderno de Valdepeñas, Grupo A-7, 2011. Además de la recopilación Un lugar donde esperarte, Antología 1981-2007, B.A.M., 2008.
    El libro que nos ocupa vendría a ser el decimoctavo libro de poemas de este poeta tan prolífico, cuyos libros en su mayoría han recibido premios importantes como los que se especifican más arriba. En esta ocasión el Premio Villa del Libro, 2015 es el que le otorgó el galardón.
    El libro está dividido en tres partes, la primera es la titulada "Mal de aura", y así es como acaba el último verso de "Vigilia" primer poema del libro: "de noche oigo en mi cuerpo la carcoma" (p.11), primera sombra, que junto a las palabras y las cosas parecen sonar; poema en donde se relaciona el sonido con el color o la luz, estableciendo sinestesias como una forma de significar la interrelación de todo el Universo incluido el universo poético.
    El miedo, sombra inevitable, tiene también su contrapartida: "Tu despertar se llevará consigo/ tanta mirada mía" (p.15). Y, sin embargo, ese temor se resuelve en esperanza "esperaré el regreso de tu sueño tranquilo/ mundo gozoso y lento en retirada/ nueva marea baja llevándome hasta ti" (p.15). E igual suele ocurrir con el poema (Munch) "Pon tu oído en mi cuerpo:/todo tren se aproxima al cataclismo" (p.16), y, sin embargo, el poema va más allá de ese límite "la batalla amanece/ como un rescoldo cárdeno/ más allá del silbido/ del tren" (p.16).
    El poeta es el hacedor de belleza, construye con las palabras distintas verdades, hace que las palabras dialoguen y muestren su sentido, pero también nos advierte de que esas verdades son frágiles "Las palabras construyen un castillo de naipes/ que es toda mi verdad" (p.12). También hay temor a que la luz destape, desvele "el hueco en la almohada del amor en huida" (p.12), a pesar de ello el yo poético se enfrenta a esa sombra "He quemado mis ojos para verte" (p.12), porque como dice la cita de Paul Celan que encabeza el libro y le da título "Dice verdad quien dice sombra".
    En el magnífico poema (The last laugh) aparece relacionado el yo poético con el árbol y su don, símbolo al que volverá al final del libro: "Recuperé/ mi don de árbol,/ el frescor ácido de las hojas erguidas;/ y percibí la sombra/ del vuelo del azor sobre mis ramas quietas" (p.14). Y se vuelve a repetir más adelante en los poemas (Humus) y (Noli me tangere)"y fluí sin memoria/hacia el lecho dispuesto en torno/ a la raíz del árbol" (p.18) "cuanto de árbol tuve fructifica en tus manos" (p.18). Hemos de destacar el simbolismo del árbol como eje y centro del mundo, cruz de la Redención, símbolo de regeneración perpetua. Un yo poético que además es conocedor de "la frágil maquinaria de los días felices,/ el precio de la nada y de la prisa" (p.14) y que tras ese don y ese conocimiento viene el desprendimiento del ser, su desnudez "descendí de cuanto poseía" (p.14) o como en el poema (Titanic) "seamos no dolor, seamos nada" (p.21).
    Hay también en este apartado una serie de poemas que se preguntan o reflexionan sobre la existencia del ser, es el caso del poema (Mudanza), que viene a decirnos que nos apoyamos en nuestros cotidianos dolores, o en (Espronceda) "Al final, ¿que nos queda/ del sueño edificado?" (p.24), o en (Confidencia). Si "He trabajado concienzudamente" "¿A qué esta pesadumbre?" (p.24).
    La segunda parte del libro se titula "Sobre papel quebrado". Con el poema (Poética) introduciéndola sabemos que la palabra tendrá protagonismo: "La palabra llegó/ cimbreándose/ pisando fuerte/ mirándome a los ojos:" (p.29). En (Lenguaje) nos advierte de que también las palabras son frágiles "Incertidumbre es nuestro idioma/ y procede de todos los orígenes;/ ahí estamos, sabiéndonos bien dichos: nos deletrea sin equivocarse" (p.31) o como en el poema (Naumaquia) "En medio del estruendo que precede a la nada,/ también viene el poema/ a escribirnos a veces/ con renglones torcidos" (p.32). Pero "solo el poeta - él sí - cuidando el fuego, sorprende por el ojo de la cerradura la trémula verdad de la palabra, despeinada y dichosa, desnudándose" (p.33).
    Y esa fragilidad y ese desprendimiento y desnudez tienen como compensación la paz y su silencio, un instante de sol o las estrellas que regresan a la noche de la ciudad. O en la persistencia del dolor que a veces lleva la propia cotidianidad "Qué ingrato el universo/ concreto de la tiza en la pizarra/ negra del bar" (p.41) se alzan las tizas blancas que se llaman Penélope, la eterna tejedora que desteje para volver a tejer.
    "Nosotros soy" da título a la tercera y última parte y proviene del poema titulado (Samsara) el ciclo eterno de nacimiento, vida, muerte y encarnación.
    El poeta muestra la experiencia y el sentir del nosotros "Soy todos y ninguno./ Nosotros soy. Dentro/ del árbol vigoroso/ acomodo mi casa;" (p.58). Crea un mundo arbóreo de palabras.
    Reflexiona sobre la muerte y la inmortalidad "En ella soy quien inmortal camina/ hacia el conocimiento de la muerte" (p.56). Se pregunta si el infierno no será propiamente el miedo, si también hacia el paraíso se desciende. Y asistimos nuevamente al desasimiento del ser "Nada ajeno ni propio me retiene/ pues nada ajeno/ ni propio soy ni somos" (p.62), mientras que en el poema (Rito) vuelve a aparecer el renacer de la Naturaleza a través del árbol "Solo los árboles me dan la mano/ ellos entienden mi danza" (p.64).
    El ser individual que poseía el don del árbol en la primera parte, el poeta que nombra las sombras para que surja alguna verdad, que se desprende y desnuda con las palabras para construir, que desordena para que surja un orden, se convierte en la tercera parte en el nosotros. El poeta pues es el tronco y la raíz del árbol poético del lenguaje que crece en forma de ramas, hojas, brotes, fruto, en definitiva palabras que también responden a ese ciclo de nacimiento, vida, muerte y encarnación o renacimiento.
    Este podría ser un hilo interpretativo dentro de las muchas significaciones que como todo buen libro de poemas que se precie, se podría contemplar, pues el objetivo del poeta no es como el del científico y el filósofo "conocer la verdad", sino crear belleza y descubrir verdades desconocidas hasta por él mismo, que las palabras en su insistente diálogo desvelan. Goethe decía que cuanto más inconmensurable y menos se preste a ser captada por el entendimiento una producción poética tanto mejor. Y Octavio Paz decía que el sentido está no en lo que dicen las palabras, sino en aquello que se dicen entre ellas.
    Así en este libro de bellísimos poemas se percibe cómo las palabras establecen relaciones entre ellas, se hablan, se dicen el dolor pero también la esperanza, lo frágil puede encarnar también la fortaleza, la sombra la luz; la poesía que de ellas se desprende viene a ser como las hojas y los frutos del árbol: destrucción y creación del lenguaje, palabra en busca de la palabra.

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