LO PROFUNDO
(Pollock. The Deep, 1953)
No toques lo que está. Toca lo que no está.
Miles Davis
Trama blanca de luz
sobre el oscuro gesto del abismo.
Huellas y cicatrices,
trazos que el tiempo escribe en la pintura
con la caligrafía secreta del misterio.
Y en el dibujo, oculto,
lo profundo invisible:
bajo el hielo quebrado, la esencia de los sueños,
el espíritu áspero de las noches sin luna.
Tras el hilo que flota late una nebulosa
por la que entra el silencio
abisal:
lo profundo es lo oscuro.
De El viento sobre el agua.
XXXVI Premio Hispanoamericano de
Poesía Juan Ramón Jiménez,
Ed. Premium. Sevilla, 2016.
BAJO LOS TILOS
La tarde del 20 de julio de 1812
Beethoven camina del brazo de Goethe
por la avenida principal de la ciudad balneario
de Teplitz, en Bohemia.
Sobre la hora crecida de la tarde templada
vibraba largamente la luz, y los sonidos
fluían bajo los tilos de un lento balneario.
Acompasan sus pasos el genio que no duda,
el sabio satisfecho de sí mismo,
pulcro y ceremonioso,
y el indómito músico, el sordo algo salvaje
que no obedece normas y desconcierta al sabio
con su creación sin riendas.
No se entienden apenas
quien redujo el color a una teoría
o expresó la mirada en fórmulas de física
y el que echaba de menos los rumores de Viena
o el ruido de las hojas del tilo bajo el viento.
A aquel que hizo del mundo un tema razonable,
pero pidió más luz en su agonía,
le inquietaba el sonido, lo que no se controla,
lo que no se regula con normas ni preceptos.
No comprendió la música de quien buscó en sus notas,
sin orden, con concierto,
resistir las angustias,
vencer el sinsabor y los fracasos.
Mientras vibraba al fondo
la luz incomprensible del piano,
la tarde iba cumpliendo sus cuadrantes exactos,
los círculos de nieve de un tiempo misterioso.
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EL RUISEÑOR EN LA MURALLA
Lo que dice el trueno
lo comprende el bosque
Octavio Paz
I
Cae la sombra en el mundo como una lluvia antigua,
como una profecía del viento extraviado
en agujeros negros.
Deriva incandescente del tiempo navegable,
tiempo inmóvil que vibra en la tarde de arena
y congrega en la orilla genital sus racimos,
las cuerdas de cristal que pulsan los minutos.
Ilesa luz distante por la que vuela el pájaro
en su presente eterno,
puerta del sueño, puente
por el que cruza el viento del otoño
sobre un río constelado de semillas.
Que un alto surtidor trepe en el aire
sobre la pulsación tranquila de la sombra
y que un terror antiguo deshaga bajo el viento
la última luz del día,
espiral de ceniza, luna de los reflejos.
II
Entra el viento en la rama como en el cuerpo el sueño,
como el mar en la cueva, como en el río la sombra.
Como piedras lunares de una luna lejana
son hojas sucesivas las máscaras del tiempo,
los números impares,
la oscura transparencia de la noche.
Son el tiempo abolido en el presente fijo del espejo.
Suspendido en su centro de piedra incandescente,
flotando a la deriva,
el eje rotatorio de dos lunas de hielo.
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