_____________ NIKOLAI GUMILIOV ______________
Traducción de José Mateo y Xenia Dyakonova
EZBEKIYEH
Q
ué curioso: han pasado diez años contados
desde el día en que entré en el inmenso Ezbekiyeh,
un jardín en el Cairo que al anochecer
refulgía solemne a la luz de la luna.
Yo sufría por una mujer, y escapaba:
ni la sal, ni el frescor de la brisa del mar,
ni el calor de los exuberantes bazares
parecían capaces de darme consuelo;
le rogaba al Señor que me enviara la muerte
y me había aprestado a acercarla yo mismo.
Pero aquellos jardines me hacían pensar
en los bosques sagrados del mundo temprano:
las palmeras alzaban sus tímidas ramas,
como niñas que ven en los sueños a Dios .
Sobre un monte, lo mismo que un druida vidente,
se elevaba a los cielos un plátano altivo,
y una gran catarata en aquella penumbra
era un blanco fulgor de unicornio arbolado;
mariposas nocturnas revoloteaban,
entre flores alzadas de vivo esplendor,
o quizás entre estrellas - tan bajas estaban,
parecidas al fruto maduro del bérbero.
Ante aquello exclamé: "No es profunda la muerte
y no es alto el dolor, cuando miro a la vida:
libremente prometo, Señor, que jamás,
en ninguna ocasión, de ninguna manera,
y por mal que lo pase, hundiré el pensamiento
en la muerte ligera, hasta ver otra vez,
bajo el claro de luna, igual que esta noche,
este plátano, y el palmeral de Ezbekiyeh."
Qué curioso: han pasado diez años contados,
y una fuerza me obliga a evocar las palmeras,
y me acuerdo del plátano y la catarata
arbolada en la bruma como un unicornio.
A menudo me giro, creyendo escuchar
sobre el ruido del viento, entre voces lejanas,
o en la ceremoniosa quietud de la noche
el rumor misterioso de un nombre: Ezbekiyeh.
Sí, diez años, no más: peregrino sombrío,
es preciso partir, para ver otra vez
tempestades y mares y rostros extraños,
y mil cosas que ya no podrán atraerme;
y cuando entre al jardín, renovar mi promesa
o decirme tal vez: "Ya he cumplido mi voto,
desde ahora soy libre"
De "Ogniennyi stolp" (La columna de fuego) (1921)

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