IGNACIO GAMEN

NO SABES BIEN POR QUÉ,

No sabes bien por qué,
ayer tarde tus pasos te llevaron
a la ermita: pizarra
sobre piedra y una cruz
de hierro en la espadaña: nada más.

Al descender, el valle
con los brazos abiertos te esperaba;
el pueblo era un latido
de vida y de color
en su regazo y, a sus pies, el río...

Anoche la memoria
-serpiente aletargada en la hojarasca-
tal río que de súbito
aparece tras un bosque,
después de largo tiempo resurgió;
y en su bullir inquieto
-cual nubes reflejadas en sus aguas-
un desfile informe
de caras, voces, sombras
y ademanes turbaron tu descanso.

La noche en vela, el día
perdido en su ajetreo. Cae la tarde
y dormitas en la hamaca.
La voz de un clarinete,
Mozart, sutil penetra en tu cerebro,
te oprime la garganta
y, ansioso, abres los ojos: oro viejo
las cumbres, las laderas
sombra verde, la brisa
balancea las copas de los chopos.

Un caos de golondrinas
estridentes se cierne sobre ti
y el cáliz de la noche
en tus ojos sedientos
derrama el vino negro de la angustia.

Tumbado sobre el lecho,
juntos los pies, las manos enlazadas,
perdidos contra el techo
cuidados y mirada,
serenamente esperas su llegada.