Si se me congelase la sonrisa
tu sabrás que no es de miedo.
Que no es por ver morir los pájaros
y disecarse las ramas de los árboles.
Que no es por las marchitas flores
ni por las negras calcinadas piedras.
Si se me congelase la sonrisa
sabrás que no es por el frío en el cerebro.
Ni por los vidrios rotos y el rajado espejo
o por el hambre que barre niños
como la hojarasca seca que se quema.
Si se me congelase la sonrisa
sabrás que no es por los hombres enterrados
con la garganta llena de gritos y arena.
Ni por el petróleo ardiente derramado
ni por el dinero que arrebata conciencias.
Sabrás que no es por la muerte ni la guerra.
Si se me congelase la sonrisa
sabrás que no es por este siglo asesino.
Que no es por la vergüenza de ser hombre
ni por las anestesiadas almas en la fiesta.
Sabrás que es porque presiento que la noche,
la noche de los tiempos, cayó sobre la Tierra.